Los «department stores» han desempeñado un papel fundamental en la transformación del comercio urbano en Sudamérica, con un impacto significativo en la dinámica del consumo y en la estructura de las ciudades. Su evolución, que comenzó en Europa, creó un modelo que revolucionó el comercio minorista y se expandió rápidamente por el extranjero, encontrando un terreno fértil en las grandes ciudades sudamericanas.
Orígenes
Los grandes almacenes surgieron en Europa en el siglo XIX, durante la Revolución Industrial. Se considera que el ejemplo más antiguo es el «Bon Marché» de París, inaugurado en 1852, que transformó la experiencia de compra introduciendo un concepto innovador: un amplio surtido de productos bajo un mismo techo, precios fijos, descuentos y una serie de servicios diseñados para la comodidad del cliente (como la posibilidad de devolver los productos).
Expansión a Sudamérica
La expansión de los grandes almacenes en Sudamérica comenzó a principios del siglo XX, estimulada por la influencia cultural y comercial de Europa. Las mayores ciudades sudamericanas, como Buenos Aires, São Paulo, Río de Janeiro, Santiago y Montevideo, vivían un periodo de fuerte crecimiento económico y urbanización. Entre los primeros ejemplos se encuentran Gath & Chaves y Harrods Buenos Aires, en Argentina, que abrieron a finales del siglo XIX y principios del XX. Estos grandes almacenes ofrecían artículos de lujo, a menudo importados de Europa, y eran una opción exclusiva para los consumidores de clase alta. El modelo se extendió rápidamente, con la apertura de establecimientos similares en otras ciudades sudamericanas.
Transformación del comercio
Antes de la expansión de los grandes almacenes, las compras se realizaban principalmente en mercados locales o en pequeñas tiendas especializadas, donde el comercio estaba más fragmentado. Los grandes almacenes introdujeron la idea de una experiencia de compra total, en la que el cliente podía encontrar una amplia gama de productos bajo un mismo techo. Este nuevo modelo minorista redefinió el concepto de ocio urbano: ir de compras se convirtió en una actividad social y de estatus.
Los grandes almacenes no eran meros centros comerciales, sino símbolos de modernidad y progreso, incrustados en las zonas centrales de las ciudades, a menudo en edificios arquitectónicamente imponentes. Contribuyeron al crecimiento de las zonas comerciales con un impacto directo en la economía y el urbanismo.
Democratización del consumo
Aunque inicialmente se dirigían a las clases más adineradas, los grandes almacenes empezaron a diversificar su oferta para atraer a un público más amplio, incluida la emergente clase media. Ofrecían una variedad de productos a precios más asequibles y utilizaban estrategias como las rebajas de temporada y las ventas promocionales, lo que permitía a un número cada vez mayor de personas acceder a bienes que antes se consideraban de lujo.
La era contemporánea y la crisis de los grandes almacenes
Durante el siglo XX, los grandes almacenes siguieron siendo símbolos de modernidad en las grandes ciudades sudamericanas. Sin embargo, en la última década se ha producido una transformación significativa de este modelo de negocio. La llegada de los centros comerciales en las décadas de 1980 y 1990 empezó a socavar el dominio de los grandes almacenes. Estos nuevos complejos ofrecían una mayor variedad de opciones de compras, entretenimiento y restauración, todo bajo un mismo techo.
Redacción de contenido: Equipo Ailam
Colaborador: Giuseppe De Censo